martes, 13 de noviembre de 2012

Cuentos del club del insomnio, hoy: The Last dance (que sí, que al final se muere)


Pues cuentan las leyendas que hubo una bailarina

(¿De qué edad?)

23 años

(¿De qué tipo de danza?)

Salsatón

(Pobre chica ... ¿Era choni?)

No, en serio, no era salsatón: era danza del vientre. El caso es que la bailarina...

(¿Y bailaba bien?)

Que siiiiiiiiii....

Como iba a decir antes de tus simpáticas interrupciones... la bailarina llevaba toda su vida bailando, desde muy dentro del vientre de su madre, ya sabía bailar la danza del vientre (valga la redundancia)

(Facepalm)

Pues ésta bailarina llevaba 23 años bailando, y no sabía hacer nada más, no había hecho nada más en su vida. Ni si quiera comer, ni si quiera respirar, su condición de bailarina de la danza del vientre era tal que el propio movimiento corporal la alimentaba.

Un día, decidió que no quería seguir haciendo siempre lo mismo, que estaba harta de la rutina y la monotonía de siempre...

Quería hacer algo distinto: tumbarse en un prado y dejar que el viento rozase levemente su cara, pasear por la playa sintiendo la arena bajo sus pies, sentarse en la butaca de un cine a ver una buena película en la que un chico y una chica se besaran... que un chico la besara...

Pero sobretodo, sobretodo, lo que más quería en el mundo era saborear un crep de dulce de leche,  lo había saboreado en los primeros minutos de vida, era lo que su madre había desayunado en el motel en el que la concibieron.  Así que quería volver a degustar ese sabor, esa sensación que no había vuelto a tener desde que tan sólo se dedicó a bailar la danza del vientre.

Así que ése día decidió acercarse bailando a un sucio motel de carretera.

Cuando llegó a la puerta del motel, se detuvo... por su mente ya empezaba a recordar ese sabor, ese dulce de leche goteando por la comisura de sus labios...pero mientras recordaba esos dulces y sabrosos crepes, olvidó que llevaba 23 años dependiendo de su danza del vientre para sobrevivir...

Al día siguiente el dueño del motel la encontró muerta (Sí, niños... ¡¡¡MUERTA!!!) en la puerta, en su rostro se dibujaba una amplia sonrisa.


Si os habéis quedado con el culo torcido, para quitarle mierda al asunto pongo a L haciendo un baile gracioso, jajaja, venga, no digáis que no, poned de fondo la música del anterior cuento y que baile con razón, y así de paso si no lo habéis leído lo hacéis (Mira que soy cutre, spameando sobre mi blog en mi propio blog)

sábado, 10 de noviembre de 2012

Cuentos del club del insomnio, hoy: London calm night


Aviso: No sé porqué coño, pero a partir de ahora, van a haber varios cuentos bastante más "humanos" y más tiernos y esas mierdas, buscamos ampliar nuestro público objetivo (¿qué público, qué inventas?), pero tranquilos, siguen teniendo elementos surrealistas, así que chicos, ¡¡no dejéis de seguirnos!! (mirando a cámara) (¿qué cámara, qué inventas?)

Aquella noche había una leve neblina por las calles de Londres...

(Londres...no podía ser otra ciudad)

Así que, como todas las otras noches que había neblina por las calles de Londres (casi todas), salió a dar un paseo.  Era un chico joven, pero le gustaba vestir bien, a pesar de que el esmoquin fuese de su padre, el bastón de su abuelo y el monóculo uno de los cristales de unas viejas gafas

(Seria castaño ¿no? así con melenita)

Mmm, sí, tenía una melena que no pegaba nada con ese "imaginario estilo de vida", pero a él no le importaba, la cuestión era que pasear por las calles de Londres las noches con más niebla, le hacía dibujar una leve sonrisa en su cara

 Hacía unos años (Momento flashback, muy largo, pero momento flashback) se había calzado esa ropa sólo por hacer la gracia y salió a pasear por la calle

(¡Dale acción! ¿O es que era un blogguero de moda? Jajaja)

aquella noche una silueta caminaba por el otro lado de la calle, acercándose hacia el
él se detuvo
ELLA se detuvo

(chan chan)

De su silueta podía apreciar que la chica con amplia falda y lo que parecía un corsé que le proporcionaba una figura interesante, se apoyaba con un paraguas que hacía juego con su falda.  Ella puso su brazo libre en jarras y golpeó el suelo con la punta de su paraguas con un gesto de impaciencia.

El chico, sin sorprenderse del todo, se llevó la mano a su sombrero y lo levantó levemente mientras se inclinaba en señal de saludo.  Le pareció ver una sonrisa juguetona en los labios de la chica, antes de que, rasgándose la falda y lanzando sus zapatos al suelo, echase a correr en la dirección opuesta. Él vaciló un poco, hasta que se dijo que tenía que ir tras ella.

Cuando dobló la esquina no vio rastro de ella, tan sólo encontró un pedazo de papel tirado en el suelo.

El papel decía así:
"Stop running, you have found me"


Como el cuento es muy romanticón, pongo una canción también perteneciente a las noches del club del insomnio, para compensar

viernes, 9 de noviembre de 2012

Cuentos del club del insomnio, hoy: Un cuento con mapaches


Érase una vez...

(¿No quieres que salga un mapache?)

(Siii, descuida, saldrá un mapache) Hace mucho, mucho tiempo, existió un reino en el que existía un bello príncipe al que le encantaban los mapaches habían mapaches por toooodo el reino, y vivían felices y contentos.

Hasta que un día, el rey, harto de tanta tontería, le dio un ultimátum al príncipe: "mira, hijo, para éste trabajo (subrayo lo de "trabajo") hay que tener cierta seriedad, así que ya es hora de que madures y te dejes de chuminadas" (sí, era el rey, podía permitirse decir "chuminadas" sin que nadie se riese de él).

Pero tanto insistió el príncipe, que el rey le propuso un trato para conservar a los mapaches...

(¿La RAE acepta "chuminadas"?)

(Acepta muslamen, ¿porqué no va a aceptar chuminadas?) Bueno, pues como decía, el rey propuso su trato: "si consigues encontrar a alguien que te deje un buen corte de pelo, dejaré que te quedes con tus mapaches".

El príncipe se puso triste, pues siempre que le habían cortado el pelo se lo habían dejado horrible, las cabezas de sus antiguos peluqueros se mostraban ensartadas en picas como señal de advertencia, así que cada vez menos peluqueros se atrevían a tocar el ya grasiento y desgreñado cabello del príncipe

Triste y melancólico por la cada vez más cercana perdida de sus mapaches vagó por el pueblo, triste y solo,
iba tan ensimismado que no reparó en el mapache que se le cruzó, y estaba a punto de pisarlo cuando una voz le dijo: "¡¡cuidado!!".

El príncipe se detuvo y el mapache, asustado, fue corriendo a los brazos de una hermosa peluquera no titulada (sí, tenía un algo que con sólo mirarla ya sabías que era una peluquera sin título)
- Tranquiiilo Miko, ya está, ya pasó" - dijo la peluquera al pequeño mapache mientras miraba con recelo al príncipe.

El príncipe se disculpó y al instante contó su amarga historia. La peluquera le contó que ella también tenía una triste historia, que era peluquera de nacimiento, pero nunca había tenido un título, y por ello la gente no solía fiarse de ella
- Pues tu pelo es perfecto - dijo el príncipe - un momento, ¿porque no me cortas tú el pelo?

Por primera vez el príncipe estaba contento, ¡¡todavía era posible el milagro!! Así que dicho y hecho, la peluquera cortó el pelo del príncipe y mientras masticaba un chicle de forma ruidosa y gesticulaba mucho, después, le puso frente a un espejo, el príncipe sonrió y entonces la peluquera le dijo: "he salvado a tus mapaches, pero yo sigo estando sola y sin título".

Así que el príncipe con sus contactos, formalizó un falso título, pero como lo firmó él, consiguieron que fuese auténtico... y vivieron felices y comieron con mapaches.

Lo habéis adivinado, he inventado éste cuento sólo para alimentar mi filia por los mapaches, si mirad el triste título que he puesto, menuda mierda de título para un cuento...

lunes, 5 de noviembre de 2012

Cuentos del club del insomnio, hoy: Triticum revolution


En episodios anteriores de "Cuentos del club del insomnio":  ... he empezado a relatar cuentos absurdos a la velocidad a la que mi mente puede alcanzar... (¿Qué inventas?¿Qué inventas?)... El pequeño pegaso estaba tan triste... debéis hacer que vuestro nacimiento y salvación blablabla...
Sé que es un resumen de mierda, porque no tiene nada que ver con el cuento, pero me hacía gracia, podéis escuchar mientras ésta canción, mola para resúmenes de "En episodios anteriores..." Bueno, vamos con el cuento...


Durante la cuarta dinastía de Rah-Amón los gatos dominaban todo el desierto... En particular, Meli, la gata preferida de Cleopatra VII
Era un tipo de gata muy feroz, muy tirana, y no pasaba ni una a sus súbditos, los granos de maíz.

(¿¿Era el maíz lo que cultivaban los egipcios??, no, espera, trigo, trigo, vale, granos de trigo)

Los granos de trigo, trabajaban duramente para ella, construyendo gateras gigantes en cada una de las pirámides.

Un día a un grano de trigo se le ocurrió que si se machacaban entre ellos y se mezclaban con agua podrían convertirse en un robot gigante de pan y derrocar a la malvada Meli, así que movilizó a los demás granos.

Pero hete aquí (genial expresión, genial) que uno de los soldados siameses se enteró de la treta que preparaban, y avisó a la reina, la cual reunió hasta el último de los gatos callejeros (piramideros) para entrenarlos para enfrentarse al monstruo de pan al alba del nuevo día.

Cuando apareció el gran robot de pan, los gatos vieron que era tan grande que oscureció todo el reino, pero aun así, Meli, que era muy persistente y no se dejaba achantar, dió la orden de atacar.

La guerra fue titánica y muy violenta, hubieron muchas bajas.  Hasta que al fin, los últimos gatos que quedaban, arrancaron la cabeza del robot de pan para entregársela a la reina.

En la cabeza, quedaban restos de la harina del grano de trigo rebelde, el cual, en sus últimas palabras, dijo a Meli: "Al menos usted nunca será una hortaliza, porque hasta las alcachofas tienen corazón."

Poco después, la dinastía acabó, y los hijos de Cleopatra VII, creyéndola un juguete, mataron sin querer a Meli.

Durante el rodaje de éste cuento no se maltrató ningún animal ni imaginariamente

viernes, 2 de noviembre de 2012

Cuentos del club del insomnio, hoy: De ratones y tartas


Once upon a time... existieron 2 hermanos. Un ratón gordo y bonachón, y su hermano mayor, un dulce y rico trozo de tarta de chocolate.  Los dos se querían, aunque en ocasiones, el trozo de tarta de chocolate, Choc, como era tan deseado por todas las chicas del lugar, trataba con inferioridad a su pequeño hermano, Rat.  Pero como Rat era tan inocente y bueno, dejaba pasar todos los insultos y desprecios por su gordura.

(La historia da pena y sonrio como una idiota...me sabe mal, es como con los chistes de Irene Villa)

Entonces, un día, cuando cumplieron la mayoría de edad, su padre, Col, el Caracol los reunió en el salón y empezó así: "Hijos, no sé como deciros ésto, pero vuestra madre, Ternie, la ternera, y yo hemos decidido contároslo, ya que sois unos hombres hechos y derechos (en realidad no eran hombres, pero se entiende) lo diré: sois adoptados... los dos.  Venís de dos familias que desaparecieron hace mucho tiempo los Ratuleto y los Tartesco

(¡No puede ser!....muy Fan)

Las dos familias se llevaban a rabiar hasta que un día Romero, un delicioso y precioso trozo de tarta de hierbas silvestres y Jerblietta, una ratoncita muy bella, no pudiendo acabar con esa guerra, con sus últimos esfuerzos, consiguieron salvaros y alejaros de ésa aura de conflictividad. Debéis hacer que vuestro macimiento y salvación no haya sido en vano, honrar a vuestros verdaderos padres que decidieron daros una vida mejor."

Y a partir de ése día, Choc aprendió a respetar a Rat, y un buen día, Rat, en un ataque de hambre... devoró a su hermano, irónicamente.

El Ratatouille de Hacendado