viernes, 9 de noviembre de 2012

Cuentos del club del insomnio, hoy: Un cuento con mapaches


Érase una vez...

(¿No quieres que salga un mapache?)

(Siii, descuida, saldrá un mapache) Hace mucho, mucho tiempo, existió un reino en el que existía un bello príncipe al que le encantaban los mapaches habían mapaches por toooodo el reino, y vivían felices y contentos.

Hasta que un día, el rey, harto de tanta tontería, le dio un ultimátum al príncipe: "mira, hijo, para éste trabajo (subrayo lo de "trabajo") hay que tener cierta seriedad, así que ya es hora de que madures y te dejes de chuminadas" (sí, era el rey, podía permitirse decir "chuminadas" sin que nadie se riese de él).

Pero tanto insistió el príncipe, que el rey le propuso un trato para conservar a los mapaches...

(¿La RAE acepta "chuminadas"?)

(Acepta muslamen, ¿porqué no va a aceptar chuminadas?) Bueno, pues como decía, el rey propuso su trato: "si consigues encontrar a alguien que te deje un buen corte de pelo, dejaré que te quedes con tus mapaches".

El príncipe se puso triste, pues siempre que le habían cortado el pelo se lo habían dejado horrible, las cabezas de sus antiguos peluqueros se mostraban ensartadas en picas como señal de advertencia, así que cada vez menos peluqueros se atrevían a tocar el ya grasiento y desgreñado cabello del príncipe

Triste y melancólico por la cada vez más cercana perdida de sus mapaches vagó por el pueblo, triste y solo,
iba tan ensimismado que no reparó en el mapache que se le cruzó, y estaba a punto de pisarlo cuando una voz le dijo: "¡¡cuidado!!".

El príncipe se detuvo y el mapache, asustado, fue corriendo a los brazos de una hermosa peluquera no titulada (sí, tenía un algo que con sólo mirarla ya sabías que era una peluquera sin título)
- Tranquiiilo Miko, ya está, ya pasó" - dijo la peluquera al pequeño mapache mientras miraba con recelo al príncipe.

El príncipe se disculpó y al instante contó su amarga historia. La peluquera le contó que ella también tenía una triste historia, que era peluquera de nacimiento, pero nunca había tenido un título, y por ello la gente no solía fiarse de ella
- Pues tu pelo es perfecto - dijo el príncipe - un momento, ¿porque no me cortas tú el pelo?

Por primera vez el príncipe estaba contento, ¡¡todavía era posible el milagro!! Así que dicho y hecho, la peluquera cortó el pelo del príncipe y mientras masticaba un chicle de forma ruidosa y gesticulaba mucho, después, le puso frente a un espejo, el príncipe sonrió y entonces la peluquera le dijo: "he salvado a tus mapaches, pero yo sigo estando sola y sin título".

Así que el príncipe con sus contactos, formalizó un falso título, pero como lo firmó él, consiguieron que fuese auténtico... y vivieron felices y comieron con mapaches.

Lo habéis adivinado, he inventado éste cuento sólo para alimentar mi filia por los mapaches, si mirad el triste título que he puesto, menuda mierda de título para un cuento...

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